viernes, 26 de febrero de 2010

el segundo, por vladimir reznik



EL SEGUNDO
Una x en el cielo, marca el lugar exacto, Marta quería ser abducida por aquellos seres grises y verdes, siempre lo había tenido claro, este mundo desnaturalizado no era lo suficientemente irreal para ella, solo cuando pasea por el jardín de patos siente como todo lo que le rodea flota, todo aquello que quería ver, lo veía.
Su fiel y prometedor amigo de la infancia era un botón de cuatro ojales, lo llamaba Julio Iglesias, decía que estaba convencida que algún día por alguna extraña coincidencia, ese botón acabaría dentro del estomago de este cantante ligero.
Hacia mas de dos años que Marta no trabajaba, una extraña enfermedad en las yemas de los dedos y en los ojos.
Una enfermedad inventada por el siglo XXI, el tacto y la visión perdían su honor, por eso quería ser abducida, ya no podía apenas notar a Julio, era demasiado real para ella que vivía apenas a dos mundos al lado del nuestro, sus padres, Olga y Arturo, decidieron hacerle un regalo, era víspera de su cumpleaños, compraron un viaje a Alicante para Marta, aunque ella estaba loca por descubrir Venecia, quería visitar sus calles, flotar y deslizarse visualmente por su cielo, mientras sus yemas intentaran tocar el agua, mientras la pasean en góndola.
Algo decepcionada por el viaje regalado, abrió su armario lleno de pegatinas o mejor dicho de recortes de ojos de todo tipo de revistas, hasta de perros y otros animales.
Eligió ropa de verano, era pleno verano y Alicante sudaba 43º, un par de camisas de sus grupos favorito, una negra de THE CURE y otra amarilla con letras, cada una de un color, en la cual ponía SUSPENDIDA, unos vaqueros azules muy desgastados y otro negro con cremalleras detrás, una chaqueta de verano negra y rosa.
Marta puso su primer pie sobre el primer peldaño del autobús y fue como la llegada del hombre a la luna, aun mas grande, una subida de tensión hizo que casi perdiera a Julio cuando se desmayó, sus insensibles ya dedos cogian el botón. como si de un abrazo materno fuese, sus ojos se cerraban, sus oídos no escuchaban con claridad las voces de aquel lugar.
Solo basta un segundo más tarde.¿Estas bien?¿Estas bien? Hoy hace un día nuevo, fue lo primero que pudo escuchar, dos hombres de color violeta y dos sonrisas encada cara hizo que Marta despertara. Se encontraba en un puerto de aguas rosas, un mar que desprendía olor del mejor vino, de la mejor cosecha, embriagaba solo el ambiente de pensarlo.
Esos hombres guardaban un secreto detrás de sus ojos, Marta sabía que donde estaba era totalmente irreal, pero le daba igual, era tan feliz que parecía tan real.
Se acerco al agua y quiso comprobar que sus dedos podia sentirla, metió la mano y pudo sentirla, el agua caía de entre sus dedos como arena de playa, pudo incluso pescar, coger con sus manos un salmón de ojos gigantes.
Los dos hombres violetas la llevaron de paseo por el bosque de letras profundas, ella dejaba que su sombra pisara sus huellas, que se alejara, que se acercara, que se hiciera mas grande y mas pequeña, a veces su propia sombra andaba por encima de ella, fue en el bosque de letras cuando concia al doctor, su bigote y su falda y sus dedos llenos de ojos de buey, le encontraron rellenando nubes de vapor en su fabrica de detalles, todo era perfecto, las zapatillas de Marta eran de chocolate blanco con cordones de fresa, su suela de caramelo, fue cuando decidió preguntar donde, en que lugar se encontraba, aquello no podía ser Alicante ni mucho menos, un brusco movimiento surgió de su chaqueta, de su bolsillo.
Julio gritaba y se movía como un hipopótamo en su cárcel de agua, lo saco, era la primera vez que escuchaba la voz del botón, lo mantenía en la palma de su mano, intenta tranquilizar a su amigo de la infancia, pero Julio encogía cada vez mas hasta desaparecer al infierno o al cielo de los botones con nombre, una lagrima recorrió el trayecto de sus ojos hasta la palma de su mano de las bermudas.
los hombres desaparecieron, el bosque también, dio paso a una sala muy estrecha donde podías pasar horas y horas paseando por ella, no había nadie allí pero se podían escuchar voces todas sus paredes.
Después de pasar 18 horas en aquella sala fue cuando uno de los cuadros de aquel sitio abrió sus marcos para invitarle a pasar.
Ahora se encontraba con una cocina española de clase baja, el doctor exprimía con sus ojos de buey una naranja roja en su exprimidor bucal, su liquido, zumo, era sin color y olía a café, llamo al timbre de la nevera y salio Julio Iglesias con escarcha brillante y la sonrisa en la barbilla, el doctor le dio aquel zumo incoloro y Julio abrió su boca-barbilla y saco su lengua viperina hacia fuera y lanzo al amigo de la infancia de Marta, el doctor cogio el botón y le preparo un baño en una sartén llena de pensamientos, ahora Julio eran un par de botones inmóviles, el doctor los acerco rápidamente a los ojos de Marta y todo se volvió de color plata, todo deslumbraba.
Sus manos a prenderse fuego plateado, a sentir fría, congelando sus dedos frágiles, a pensar en no pensar que es lo que esta pasando, el humo que desprendían sus manos ardiendo se expandía ya varios metros, ya kilómetros, no pida verse nada, era como una espesa y pesada niebla, yo no podía verse ni las manos, ni las piernas, ya no pida incluso ni tocar cualquier parte de su cuerpo, había desaparecido por completo, no podía ni hablar ni escuchar, ya no estaba, ella ya no se encontraba allí, dejo de existir, desaparecía felizmente en su mente. Ella nunca fue ella ella no existía, ella ya me olvido.